El corazón de la vibrante Ciudad Vieja de Barcelona, una calle del bohemio barrio de El Born se despliega ante mis ojos. Respirando el espíritu de la metrópolis catalana, irradiando modernidad, frescura y un estilo tan atemporal como cautivador, mi esplendor se desvela en cada rincón.
260m2 que se alzan, divididos en una planta baja y cuatro plantas, mas un ático con una terraza que parece tocar el cielo. Seis unidades que susurran historias de calidad y buen gusto. Líneas limpias y elegantes, son como versos que encantan al ojo. Cada apartamento es una pieza única. Mi frescura se mezcla con detalles meticulosamente elaborados, como pinceladas de un artista en pleno éxtasis creativo.
La calidad de los materiales es palpable, una sensación de excelencia y lujo discreto. Las texturas suaves y los colores sutiles crean una paleta cautivadora que se extiende por todas las estancias.
Desde los elegantes suelos hasta los artísticos adornos en las paredes son testigos del esmero puesto en la rehabilitación de esta joya.